Por quinta vez, las instalaciones de la unidad ubicada en la zona de la Costanera, fueron blanco de delincuentes. El último robo dejó pérdidas materiales considerables y una profunda sensación de impotencia, ya que los equipos sustraídos fueron adquiridos con gran esfuerzo a través de actividades de recaudación de fondos.
Según el capitán, los criminales forzaron la entrada de manera violenta. Utilizaron una piedra de gran tamaño para romper una puerta de vidrio y una varilla metálica para intentar abrir otras puertas. Una vez dentro, se tomaron su tiempo para robar.
El voluntario detalló el alcance del robo más reciente. Los delincuentes desarmaron un motor y se llevaron algunas de sus piezas, un televisor que se utilizaba como monitor para las cámaras, una radio base con su transformador, un horno pequeño y una cafetera.
Aunque no lograron forzar la entrada a un dormitorio donde se guardaban costosos equipos de buceo, sí accedieron a otro depósito y sustrajeron otros equipos de buceo de alto valor.
El capitán explicó que la constante inseguridad y los robos previos los obligaron a tomar medidas drásticas, como retirar las embarcaciones y los vehículos del lugar. Además, la falta de los compresores robados hacía que las condiciones en el local fueran extremas (mucho frío en invierno y mucho calor en verano), por lo que habían dejado de hacer guardias nocturnas.