El reportaje revela que la mano de obra utilizada en estas fábricas clandestinas es, en su mayoría, paraguaya. Trabajadores informales son reclutados con promesas falsas y terminan siendo víctimas de explotación laboral y esclavitud moderna.
Varios compatriotas que lograron escapar de estas redes narraron que estuvieron privados de libertad y obligados a trabajar en condiciones totalmente inhumanas para sostener este millonario mercado ilegal.
Las fábricas clandestinas son descritas como verdaderas cárceles: galpones sin ventilación, sin salida al exterior y con jornadas que superaban las 12 horas diarias. Los turnos se organizaban de forma que la producción no se detuviera nunca, operando las 24 horas del día.
El trabajo periodístico incluyó testimonios de autoridades de Brasil y Paraguay, además de grabaciones realizadas en Ciudad del Este. También expuso alarmantes cifras sobre la enorme superproducción de cigarrillos que alimenta a estas organizaciones criminales.