Tras pasar poco más de cuatro meses en el Hospital de Trauma, de los cuales 102 días estuvo en terapia intensiva, Ramona se recupera de una “enorme cantidad de cirugías” destinadas a salvar los órganos afectados por las múltiples heridas.
Para ella, haber sobrevivido es un “milagro” y marca el inicio de una “nueva etapa”. Ramona valora enormemente el acompañamiento constante que recibió, no solo de su familia —padres, hijos y hermanos—, sino también de toda la comunidad.
Al reflexionar sobre cómo logró superar esta etapa tan difícil, cree que el “secreto” fue “aferrarme a Dios”. Destaca que incluso cuando estaba “delirando prácticamente”, se acordaba de sus hijos. “Estaban siempre presentes ahí ellos”, y cree que ese fue el motivo para poder salir adelante. Mientras tanto, sus hijos permanecieron al cuidado de su padre y sus hermanas; una de ellas la acompañó en el hospital mientras la otra cuidaba a los niños con el padre.
Actualmente, su tratamiento, que incluye “curación y esas cosas nada más”, lo realiza cerca de su casa, no muy lejos de la clínica donde fue operada por primera vez.
Con su historia como “todo un ejemplo”, Ramona quiere dejar un mensaje crucial a otras mujeres que sufren violencia en sus relaciones de pareja: “Que no tengan miedo” y “denuncien inmediatamente” para no llegar a un punto extremo. Reconoce que “hay muchos casos como yo, hay bastantes”, y se considera “de la mil una la que pudo salir adelante”.