El suceso tuvo lugar cuando el joven salía de la facultad y se subió a la unidad 12 de la empresa Magno. Según su relato, el colectivo estaba “super lleno” y los pasajeros viajaban “muy encimados”, una situación que, según las fuentes, es frecuentemente aprovechada por los descuidistas.
El estudiante notó minutos después de subirse que su mochila estaba abierta y su computadora ya no se encontraba dentro. Ante la sospecha, solicitó a la empresa el acceso a los circuitos cerrados del bus a través de una orden judicial.
Tras analizar las imágenes de seguridad, el joven identificó a dos personas como posibles responsables: uno actuó como “distractor” y el otro se apoderó de la computadora. El supuesto victimario, utilizando otra mochila (una mochila gris) para disimular, habría abierto la mochila de la víctima y sacado la computadora sin que nadie se diera cuenta en el reducido espacio.
La pérdida es significativa para el estudiante, ya que la computadora contenía “años de archivos acumulados”, herramientas indispensables para su carrera. Él describe la situación como tener que “iniciar de nuevo prácticamente”.
Además de la pérdida material y académica, el joven expresó la “inseguridad” que siente al tener que utilizar el transporte público a diario. También manifestó “impotencia” ante la respuesta de la fiscalía, que le habría indicado que las cámaras de seguridad “no son pruebas contundentes” y que “no pueden hacer nada” porque no se ve claramente el momento exacto del hurto.
Este caso se suma a otros reportes sobre el modus operandi de los descuidistas, que suelen hurtar pertenencias como celulares o billeteras de bolsos y mochilas aprovechando la aglomeración de pasajeros.