Según los informes, tres agentes policiales se acercaron al padre Luna y le indicaron que no podría continuar la peregrinación si seguía con el cartel, incluso tratándolo de “infiltrado”.
El sacerdote relató que quedó “totalmente desconcertado” y, para evitar ser llevado por la policía, finalmente bajó el cartel. El religioso describió el hecho como una “rememoro de la dictadura”.
La reivindicación por un transporte público digno es una de las más importantes para la ciudadanía, e incluso, supuestamente, es un objetivo del propio gobierno que aún no ha presentado un proyecto.
La situación generó asombro, ya que el sacerdote se vio impedido de continuar portando un reclamo ciudadano fundamental.