El espacio aéreo paraguayo se ha convertido en una autopista del narcotráfico, donde las llamadas “narcoavionetas fantasmas” cruzan fronteras apagando sus transpondedores para volverse invisibles a los radares.
La DINAC monitorea solo vuelos legales, mientras que la Fuerza Aérea carece de radares primarios capaces de detectar sobrevuelos ilícitos. Entre 2024 y 2025 se identificaron más de 500 vuelos clandestinos que conectan Paraguay con Perú, Bolivia, Brasil, Uruguay y Argentina. Bolivia es señalado como origen principal de la cocaína, con incidentes como la avioneta calcinada en San Ignacio de Velasco.
En Brasil, las aeronaves operan a baja altura y usan pistas clandestinas en Mato Grosso y el Estado de Paraná. Uruguay se ha convertido en país de acopio de cocaína rumbo a Europa, con escalas en Paraguay y Argentina. En Perú se han derribado más de diez avionetas ligadas al narcotráfico. Argentina también registra incautaciones.
Paraguay, único país sin control aéreo efectivo, recién adquirió radares a Northrop Grumman, que se integrarán con equipos israelíes. Las autoridades estiman que la interceptación de vuelos ilegales será posible en al menos dos años. Mientras tanto, el cielo paraguayo sigue siendo una luz verde para el crimen organizado regional.