El estudio de los orificios de entrada y salida, así como los calibres de los proyectiles, permitió descartar otros conflictos como las revoluciones de 1947 o 1989.
La mayor parte de los disparos se hicieron desde el nivel del suelo y provinieron del sector de la Comandancia, lo que coincide con las crónicas donde las fuerzas gubernistas repelieron el ataque de los rebeldes.
Las armas que coinciden con los daños son la versión española del fusil Mauser y la ametralladora Maxim 7.65 mm. Además, se recuperó un desconcertante proyectil de forma piramidal cuadrada, desconocido incluso para los peritos.
Una fotografía de la época, tomada el 24 de julio de 1923, muestra una columna perforada por balas del mismo tipo. Aunque la investigación histórico-científica no es totalmente concluyente, sostiene que estas columnas son “mudos testigos de cruentos pasajes de la historia de nuestro país”.