Norma, oriunda de Alto Paraná, recorrió más de 200 kilómetros hasta la explanada de la Basílica de Caacupé, donde inició su tramo final de rodillas, sosteniendo la fotografía de su madre. La mujer había sufrido un accidente cerebrovascular y los médicos habían confirmado muerte cerebral en Paraguay y Brasil.
En medio de la desesperación, Norma pidió a la Virgen de Caacupé por la vida de su madre, quien milagrosamente se recuperó y hoy se encuentra en casa. A pesar del dolor y el cansancio, la peregrina cumplió su promesa con fe inquebrantable, recibiendo el aplauso y apoyo de otros fieles que la acompañaban en su recorrido.
Su historia se convirtió en un símbolo de esperanza y devoción para los presentes, demostrando que la fe puede mover montañas.