La hiedra es una planta versátil y resistente que puede crecer en interiores o exteriores, siendo popular tanto por su belleza como por su capacidad para purificar el aire. Sin embargo, para que estas plantas prosperen y mantengan su verdor, es importante ofrecerles cuidados específicos.
Luz y ubicación: Las hiedras prefieren la luz indirecta y, aunque pueden adaptarse a condiciones de poca luz, el exceso de sombra puede hacer que sus hojas pierdan color. Colocarlas en un espacio luminoso, sin exposición directa al sol, es ideal para evitar quemaduras y promover un crecimiento saludable.
Riego adecuado: Es importante mantener la tierra de las hiedras ligeramente húmeda, evitando el encharcamiento, ya que este puede provocar enfermedades en las raíces. Durante el invierno, el riego debe ser reducido, ya que la planta entra en un periodo de descanso y consume menos agua.
Poda y limpieza: La poda es esencial para controlar el crecimiento de las hiedras, especialmente si se cultivan en interiores. Además, limpiar sus hojas regularmente elimina el polvo y mejora la absorción de luz. Esta práctica también ayuda a prevenir plagas comunes, como los ácaros y las cochinillas.
Temperatura y humedad: Las hiedras prefieren temperaturas moderadas, entre 15 y 25 °C. Si bien son resistentes, el aire seco puede afectar su salud, por lo que es recomendable rociar sus hojas ocasionalmente, especialmente en climas secos o en invierno, cuando la calefacción tiende a deshumidificar el ambiente.
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