Los dos policías habían acompañado al empleado desde su casa hasta la empresa, y posteriormente lo resguardaban en el trayecto hacia el banco. La emboscada tuvo lugar a unas cuatro o cinco cuadras antes de llegar a la entidad bancaria.
Un automóvil interceptó a la patrullera, y de él descendieron tres personas. Los delincuentes estaban encapuchados y vestían uniforme camuflado.
Estaban fuertemente armados, y uno de ellos portaba un fusil de alto calibre. Además, utilizaban chalecos antibalas, algunos de los cuales tenían la insignia de la Policía Nacional.
Los asaltantes comenzaron a balear la patrullera, “rociándola prácticamente”, con disparos dirigidos a la zona del motor, las puertas y el parabrisas. La patrullera quedó “totalmente destrozada”.
El empleado transportaba la suma de G. 16.200.000 en efectivo y dos cheques. A pesar de la violencia del ataque, los dos efectivos policiales reaccionaron con sus armas reglamentarias y lograron repeler el asalto. Milagrosamente, ambos uniformados resultaron ilesos.