A 18 años, la herida del Ykua Bolaños sigue abierta. El dolor es tan intenso y lacerante como aquella fatídica mañana del domingo 1 de agosto del 2004.
Con el paso del tiempo y con el amargo sabor a impunidad, el testimonio de quienes vivieron y sobrevivieron a aquel infierno hoy cobra mayor valor.
Ykua Bolaños nos permitió a los paraguayos mostrar lo mejor y lo peor de un pueblo que a crecido a la luz de la historia enfrentando todo tipo de cambios.
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